martes, 7 de agosto de 2012

CAPÍTULO 6: Amigos de Hugo

Llegando al pueblo, cuando íbamos por la entrada los nervios me volvieron a invadir. Iba a conocer a más gente y odiaba ser la nueva en algún lugar, menos mal que tenía a Hugo conmigo, todo sería mejor con él a mi lado.
Antes de llegar al parque le pregunté:

- ¿Son tus amigos con los que te juntas siempre?
- Sí, verás que la mayoría son chicos, pero hay un par de chicas con las cuales puede que hagas buenas migas, ¿nerviosa por conocerlos?
- Un poco... -le dije pensativa-
- No te preocupes, son buena gente.


***

Llegamos al parque y pude ver a todos juntos hablando, jugando a las cartas y fumando. Se giraron todos al oír la moto de Hugo. Bueno, había llegado el momento de conocer a más gente.
Me bajé de la moto, me quité el casco y me lo colgué del brazo. Esperé a que Hugo se bajara y apagara la moto para ir hacía ellos.
Me cogió de la mano y nos dirigimos al grupo de gente que había unas siete personas. Efectivamente, solo había dos chicas, lo demás eran chicos.

- Buenas noches a todos, ¿qué hacéis gente? -saludó Hugo a todos dándole la mano a los chicos y dos besos a las chicas- Mirad, os presento a Lara, mi novia, se ha venido a vivir aquí e irá a nuestro curso.
- Hola chicos -los saludé tímidamente-
- Bueno, vamos a presentarnos pobre chica- se levantó un chico- Hola Lara -me dio dos besos- yo soy José pero llámame Jota que es como me llaman todos.
- De acuerdo Jota, encantada -le dediqué una sonrisa-
- Igualmente guapa -me la devolvió-

Jota no era más alto que yo, tenía el pelo castaño y un poquito largo, los pelos por poco se le metían en los ojos. Tenía una expresión de cara de amabilidad y simpatía, era imposible pensar que me iba a caer mal porque solo con verlo me cayó bien.
Se levantaron todos y se presentaron uno por uno. Jota tenía un hermano gemelo que se llamaba Fran, eran iguales y en su rostro había la misma simpatía que había encontrado en Jota.
David era el mejor amigo de Hugo, tenía la musculatura marcada y aparentaba ser bastante serio. Yago era el mejor amigo de los gemelos, aquél chico me transmitió tranquilidad y bondad, aunque parecía ser tímido con quien no conocía y por último las chicas, Vanesa se la veía muy simpática y alegre, pero Sara era especial y bastante cortada y callada.

- Bueno Lara, ahora que nos conoces a todos, ¿te apetece echar una partida de cartas con nosotros? -dijo Jota-
- Claro -le sonreí-
- ¿Un cubata chica? -Me ofreció Fran, el hermano de Jota-
- Vale, gracias -me entregó el vaos-

Estuvimos jugando una hora y pico, de mientras charlaban de lo que ocurría en el pueblo.

- Lara, ¿y tú de dónde vienes? -me preguntó Yago sonriendo-
- Vengo de Madrid. Mi madre se marchaba a trabajar a Nueva York y no quería quedarme en Madrid, así que como tengo un tío que vive aquí decidí venirme aquí a vivir.
- ¡Ah! Está muy bien entonces. Aquí tendrás la tranquilidad que seguramente no hay en Madrid.
- ¡Puf! Ni que lo digas, en Madrid no hay silencio por las noches y mucho menos por el día. Cuando llevas mucho tiempo en la ciudad, irte a un pueblo te libera muchísimo.
- Me imagino -se rieron todos cuando Jota me contestó-
- Bueno pues bienvenida al pueblo -me dijo Vanesa-
- Muchas gracias.
- Y tú Huguito, te lo tenías muy callado lo de tu novia a distancia -dijo David riéndose-
- Ya ves que si se lo tenía callado -dijo Fran- tanto que ha estado en el skate park la chica mirándolo y no la había reconocido o algo. Después ha salido cagando leches a buscarla supongo -se rieron todos, Hugo y yo incluidos-
- Chicos, creo que os equivocáis -les dije- cuéntales Hugo porque no les habías dicho nada -le saqué la lengua-
- Qué mona mi novia... bueno, chicos es que esta tarde estaba soltero. La vi por primera vez cuando estábamos en el skate park esta tarde todos, pero jamás había sentido nada igual al mirar a una persona, así que por eso me fui del skate park con tanta prisa, tenía que encontrarla y la encontré. ¿Sabéis dónde? En el puente de la palanca, al lado del castillo, sentada en un banco fumándose un cigarro. Le hablé y le dije que se subiera, que le enseñaría el pueblo, y bueno, estuve con ella hasta la hora de cenar y a las doce ya estaba esperándola en la puerta de su casa y la he llevado al mirados de Sitges y ahí ha sido cuando ha comenzado todo -me miró a los ojos y me besó-

Me di cuenta de que nadie había abierto la boca y que habían escuchado con gran interés nuestra fugaz historia.

- Así que te has enamorado chaval -dijo Yago- cómo para no, te has buscado a una chica guapísima y muy simpática -me sonrojé-
- Gracias Yago.
- Lara, ¿vas hacer comedia musical en el instituto? -me preguntó Vanesa-
- Pues me encantaría, de hecho he hecho competiciones de baile y tengo un par de premios. Soy bailarina profesional de bailes de salón y hip-hop.
- ¡Guau! -dijeron varios a coro-
- Pues nos iría genial que qusieras entrar en nuestro grupo, ¿no crees?
- Sí, por supuesto -dijeron-
- ¿Sabes cantar? -me dijo Sara-
- Bueno, hago canciones. Todo lo que esté relacionado con la música lo llevo genial. -le sonreí-
- Perfecto porque necesitabamos a alguien, a una líder, para machacar al otro grupo de la competencia del colegio. Son unas repelentes y contigo las vamos a ganar en todo. -me dijo Sara por fin sonriendo-
- A por ellas entonces -les dije- oye, enseñarme alguna coreografía que tengáis y la canción para saber como lo llevais, ¿no?
- Por supuesto amor, vamos chicos. -me dijo Hugo alegremente-

Se pusieron todos en pie y Jota me dio su móvil para que pusiera la canción. Se notaba que la tenían preparada y cantaban todos a coro.
Hugo me cogió d la mano y me enseñaron entre todos los pasos. Era sencilla y haciendo nuevas canciones con nuevas coreografías, podríamos ganarles a las repelentes, como las llamaban ellos.

- ¿Te ha gustado? -me preguntó Yago-
- ¡Sí! Habéis hecho un gran trabajo. Prepararemos nuevos temas y coreografías y podremos con todo el mundo.
- ¡Así se habla! -me dijo Jota y choqué la mano con él- ahora, enséñanos tú alguna coreografía tuya.
- Vale, os bailaré algo de hip hop que creo que os gustará más que la salsa, el pasodoble y esas cosas -me reí con ellos-

Puse la canción en mi móvil, me lo guardé en el bolsillo, me subí la camiseta enseñando el ombligo y me puse a bailar. Estaban todos muy atentos viéndome bailar y parecía que les gustaba. Cuando acabé la coreografía aplaudieron todos. Les dediqué una sonrisa.

- Gracias por los aplausos.
- Tía, lo has hecho genial -me dijeron Sara y Vanesa muy entusiasmadas-
- Bailas muy, muy bien Lara -me dijo Yago-
- Impresionante... -me dijo Jota sonriéndome-

Se acercó Hugo, me abrazó y me besó tiernamente.

***

Ya eran las cuatro y cuarto de la mañana y Sara y Vanesa se despidieron, Jota y Fran se fueron también para casa que vivían a una calle del parque, y nos quedamos Hugo, Yago, David y yo.

- Me alegro de haberte conocido Lara -me dijo David- nos vemos esta tarde si salís que yo también voy a ir yendo para casa.
- De acuerdo, igualmente David. Te veo por la tarde -le dije sonriéndole-
- Hasta luego hermano -se despidió de Hugo-
- Bueno tendré que ir yo también, que eso de estar de aguantavelas no es lo mío -nos reímos los tres- encantado de conocerte, espero verte esta tarde o esta noche chica, buenas noches.
- Adiós Yago, igualmente- le di dos besos-
- Hasta luego chulo -le dijo Hugo y se dieron la mano-

Vimos como Yago se subía a su coche y se marchaba. Ya eran casi las cinco. Abracé a Hugo y lo besé.

- ¿Qué te han parecido los chicos y las chicas?
- Muy majos todos -me reí-
- Les has caído bien.
- Me alegro -le sonreí-
- Bueno princesa, vámonos a dormir, te dejo en casa.
- Sí, me muero de cansancio. Muy largo el día pero ha merecido mucho la pena.

Nos subímos a la moto y me dejó en casa. Él también se bajó de la moto al llegar a casa para despedirse de mi. Me besó tan tiernamente que no quería que se fuera.

- Hablamos después, cuando hayamos dormido -me volvió a besar-
- Claro, nos llamamos.
- Te quiero bonita.
- Y yo a ti niño -lo besé por última vez y me separé de él-
- Que duermas bien princesa -me sonrió-
- Y tú guapísimo.

Me fui para la puerta exterior de casa y cuando la abrí noté que me cogía por la cintura.

- Soñaré contigo -me susuró al oído-

Entonces me soltó y se subió en la moto y desapareció.
Me dejó con la sonrisa tonta en la cara.
Entré en casa muy sigilosamente y me fui a mi habitación. Me puse el pijama y por fin me acosté. No me costó nada quedarme dormida, después del viaje y todo, el cansancio pudo conmigo.

domingo, 5 de agosto de 2012

CAPÍTULO 5: El reencuentro con mi tío

Cerré la puerta del jardín y me quedé apoyada en la puerta.
Escuché como encendía la moto y el sonido de ésta se iba perdiendo en la distancia. Solté un suspiro y entré a casa. Lo primero que hice fue mirarme el brazo. Allí estaba apuntado su número y debajo había cómo una pequeña nota, que ponía:
Éste es mi número, aunque quizás no voy a esperar a que me llames y apareceré antes de que te lo esperes, cómo tú has aparecido hoy en mi vida. Estoy deseando de que sea ya esta noche para volver a verte preciosa.
Hugo.
Me quedé pensando y leyendo una y otra vez lo que me había escrito en el brazo. Era especial ese chico, con tan solo mirarlo aquella tarde me había enamorado de una manera que nadie lo había hecho nunca, y parece ser que a él le pasaba lo mismo. No me quise confiar, pero cogí la cámara y me fotografíe el brazo, para guardar siempre ese recuerdo. Me fui al baño y me limpié el brazo, tenía ganas de verlo yo también.

Aún no había llegado mi tío, así que me fui a duchar, me cambié de ropa, me hice una trenza de lado y empecé a hacer algo para cenar.
Cuando tuve la cena hecha la serví en la mesa, ya eran las nueve y media, no tenía que tardar mucho más. Me sonó el teléfono.

- ¿Diga?
- ¡Sobrinita! Estoy entrando al pueblo, ¿aún estás dando una vuelta?
- No, estoy en casa esperándote para cenar.
- Perfecto, en menos de dos minutos estoy entrando por la puerta.
- Vale tito, nos vemos ahora.

Efectivamente, fue colgar el teléfono y a los dos minutos aparecer mi tío por la puerta. Era un hombre guapísimo, alto, musculoso, con el pelo castaño y rizado y bastante bronceado por el sol del verano. Cuando lo vi fui corriendo a abrazarlo.

- ¡Hola tío! Tenía muchísimas ganas de verte -le sonreí mientras lo abrazaba-
- Y yo sobrinita, qué guapa estás, madre mía como has crecido desde la última vez que nos vimos, ahora vamos a poder recuperar el tiempo perdido que no estuve contigo.
- Claro que sí tío, no te preocupes, ahora me vas a tener aquí durante un tiempo muy largo. ¿Qué te parece si comenzamos a cenar?
- ¡Perfecto! porqué traigo un hambre...

Estuvimos cenando mientras charlábamos de como habían sido estos últimos años de nuestras vidas, que había hecho, que le había pasado, cómo era mi vida en Madrid, las cosas interesante, anécdotas... hablamos de los típicos temas que hablas con alguien que hace tiempo que no ves, y en poco rato quieres explicarle todo lo que ha pasado en años.
Acabamos de cenar y me ayudó a quitar la mesa.

- Te debo dos cenas ahora... será posible que hayas tenido que estar haciéndome la cena y esperándome... que tío más malo e irresponsable tienes.
- Anda -le di un golpe en el brazo- ¡no digas tonterías! No me debes nada, solamente con dejarme estar aquí en tu casa contigo, me parece suficiente.
- Mi casa es tú casa Lara, ya lo sabes.
- Sí, lo sé. ¿Qué te parece si cantamos juntos una canción? La canción de papá, aquella que me compuso a mí y que sé que tanto te gusta.
- Me parece perfecto, y después bailamos algo que ya que tengo viviendo en mi casa a una bailarina profesional de bailes de salón, algo tendrá que bailar conmigo, aunque tu tío no es muy bueno en esto del baile -nos reímos los dos-
- No te preocupes tío, estoy segura de que bailarás perfecto. Acabamos de recoger la cocina y vamos a cantar y a bailar, nos lo pasaremos genial juntos, ya verás.
- No lo dudaba para nada sobrinita.

***

Al acabar de recoger todo, mi tío se sentó en el piano y comenzó a tocar la melodía de la canción que compuso mi padre para mi. Yo la canté y él conmigo. Me emocioné mucho al poder cantar esa canción de nuevo con un chico, y sí ese chico era mi tío, me ponía más feliz aún, porque llevaba la misma sangre de mi padre y me recordaba a él. Acabé la canción con los ojos inundados de lágrimas.

- ¿Porqué lloras sobrina? -me dijo emocionado y estaba segura de que a él le faltaba poco para que sus ojos también se inundaran de lágrimas-
- Lloro de felicidad tío, hacía tiempo que no cantaba esta canción acompañada por una voz masculina, y me pone feliz poderla cantar contigo, porqué tú eres el hermano de mi papá y es como si volviera el tiempo para atrás y la cantase con él. Lo echo de menos, y sé que tú también, pero no te preocupes, yo siempre hablo con él, hablo con él a través de la música y yo sé que él siempre estará a nuestro lado. -mi tío se levantó y me abrazó con mucha fuerza y ternura-
- Claro que sí Lara, siempre va a estar a nuestro lado, y te escucha cada día, cada día que proyectas esa voz que Dios te dio, él la escucha y sonríe, porque tu voz es cómo la de un ángel sobrinita.
- Gracias tío. -me dio un beso en la frente, cerró la tapa del piano y encendió el equipo de sonido. Puso una canción de salsa-
- Bella dama, ¿me concedes este baile? -me hizo reír-
- Por supuesto.

Estuvimos bailando salsa, pasodoble, balada... cuándo me di cuenta de que ya eran las doce.

- Tío, ¿te molesta si salgo ésta noche? he conocido a un chico en el pueblo que me ha enseñado todo el pueblo, y me ha dicho que iban a salir todos, que así podría conocer a sus amigos y empezar a hacer amistades y conocer a la gente de aquí.
- Por supuesto que no me molesta sobrina, ¿tienes las llaves de casa, no?
- Sí, sí las tengo en mi bolso.
- Pues no te preocupes, vuelve cuando estés, yo me iré a dormir que estoy agotado entre el básquet, la emoción de ver a mi sobrinita de nuevo, el baile que es imposible seguirte princesa... -nos reímos- así que me iré a dormir, pero ve, ve y conoce a gente que estoy contentísimo de que te guste el pueblo.
- Sí, es muy bonito y la gente parece encantadora. Gracias tío, te prometo que cuando vuelva no haré ruído ninguno para no despertarte.
- No te preocupes sobrina, me voy para arriba, que te lo pases bien. -me dio un beso en la frente-
- Descansa tío. -le dediqué una sonrisa mientras subía a su habitación-

Fui al baño a mirarme al espejo, me hice de nuevo la trenza y me maquillé un poco. Subí a mi habitación, me preparé el bolso, me lié un cigarro y me fui hacía el jardín. 
Cuando salí a la puerta de la calle allí estaba él.

- ¿Tenías miedo de que me fuera sin llamarte? -le dije sonriéndole-
- No, me moría de ganas por verte otra vez.
- Uy, el casco, espera que voy a cogerlo. -me sonrío-

Entré corriendo al jardín y vi que lo había dejado al lado de la puerta de entrada. Salí corriendo de nuevo.

- ¿Ya estás lista?
- Ahora ya sí -le sonreí y le di dos besos ya que vi que no llevaba el casco puesto-
- Bien, veo que aprendes rápido -me sacó la lengua-
- Anda vamos.

Me subí a la moto y me abracé a él. Cuando lo miraba no podía evitar sonreír y me transmitía una felicidad y una alegría inmensa. No sabía donde me iba a llevar, pero no me importaba.
Ésta vez el camino fue más largo, no sabía donde me llevaba pero era un sitio que no estaba en el pueblo. No estaba preocupada, estaba ansiosa por conocer el lugar a donde me llevaba, y estaba segura de que me iba a encantar.
Se metió en Sitges el pueblo que hay antes de Ribes y subió por una calles que parecían una urbanización hasta un lugar que parecía un mirador. Efectivamente, era uno de los miradores de aquél pueblo.
Eran preciosas las vistas, se veía el mar, el pueblo costero de Sitges, la luna en toda su esplendor. Hoy había luna llena y era precioso ver como se reflejaba en el mar dándonos unas vistas preciosas.
Me bajé de la moto y me quité el casco y lo dejé en uno de los bancos que había en el mirador. Me apoyé en el muro mirando el mar y disfrutando de lo que tenía en frente, unas vistas preciosas porque hacía mucho tiempo que no veía el mar.
Me quedé absorbida con esa preciosa imagen.

***

Hugo puso su mano en mi cintura mientras se ponía a mi lado. Lo miré y me sorprendí al ver que estaba guapísimo bajo la luz de la luna, los ojos le brillaban muchísimo y él parecía un ángel.

- ¿Te gusta? -me preguntó con una sonrisa-
- Me encanta, es precioso... hacía mucho tiempo que no veía el mar, porque no nos movíamos mucho de Madrid porque mi madre trabajaba muchísimo y no teníamos mucho tiempo.
- Ya me imagino, y mientras cenaba estuve pensando donde te podía llevar, y no podía repetir lugar, así que aquí estamos. Éste también es uno de mis lugares favoritos, mi lugar favorito por las noches o para ver amanecer. Ven -me cogió de la mano y lo acompañé-

Se sentó en medio del mirador en el suelo y yo hice lo mismo que él, me inclinó hacía atrás tumbándose conmigo en el suelo. Yo solamente podía mirarlo a él.

- Mira todas las estrellas que hay y que bien se ven. -miramos los dos hacía el cielo, la verdad es que era espectacular.-
- Es espectacular.

Nos quedamos un rato en silencio mirando las estrellas, aunque de vez en cuando notaba como me miraba de reojo. La verdad es que sí quería conquistarme lo estaba haciendo perfecto. Y de pronto se me ocurrió una idea. Me incorporé y me levanté, él se sentó mirándome extrañado. Cogí de mi bolso el móvil y puse una canción.

- Te dije que era bailarina profesional, ¿te acuerdas?
- Sí, por supuesto.
- Bueno, pues me han dado ganas de bailar, ¿quieres que te enseñe cómo bailo?
- Me encantaría -se levantó y se sentó en uno de los bancos-

Le dediqué un baile de una canción muy bonita. Hacía tiempo que estaba practicando esa coreografía, y acabé la canción improvisando un final que acababa sentada encima suyo. Lo abracé, y cuando dejé de abrazarlo me miró a los ojos intensamente con una sonrisa en la cara.

- Ahora entiendo porqué eres una bailarina profesional, lo haces genial. Te gustará nuestro instituto porque hay una asignatura de comedia musical. Yo estoy apuntado, pero solo como bailarín, pero las chicas suelen bailar y cantar, aunque hay dos grupos... bueno, ya verás como están las cosas -se rió-
- ¡Eso no me lo habías dicho!
- Ya... no pensé por la tarde en eso -me dijo bajando los ojos y yo me reí-
- No te preocupes, entonces perfecto, tengo ganas de comenzar y conocerlos a todos.
- Tengo una idea, podemos volver al pueblo que están los chavales en el skate park o en el parque de los viejos que es el que está pasando la carretera de al lado del skate park, ¿qué te parece? Así empiezas a conocerlos y a saber quiénes son.
- Vale, me parece genial -le sonreí-
- Sí, a mi también pero que sepas que ningún chico va a regalarte estos momentos como yo lo hago ¿eh?
- ¿Qué tienes miedo de que conozca a otro chico?
- Bueno... algo así.

Me quedé mirándolo con una sonrisa y me acerqué a él y me senté a su lado. Le cogí la mano mientras lo miraba.

- No sé porqué te preocupas tanto si me acabas de conocer. Pero si te soy sincera nunca he conocido a nadie que me haya pasado lo mismo que me ha pasado contigo cuando te he visto esta tarde por primera vez...
- Y míranos, aquí estamos, como si nos conociéramos de hace tiempo, yo intentando que te enamores de mi  porque tú me has enamorado tan solo con verte. -me miró con una ternura increíble-
- Hugo... ¿porqué intentas una cosa que ya has conseguido? -me miró sorprendido pero con una alegría inmensa y me besó-

Podría haber estado toda la noche besándolo que jamás me cansaría. Es cierto que todo había ido muy rápido, que lo conocía de apenas, hace unas horas pero jamás me había pasado lo mismo con nadie. Quizás sí que existe el amor a primera vista, aunque yo no lo podía haber comprobado hasta que no me ocurrió eso con Hugo.
Decidí sacar la cámara del bolso y hacerme unas cuantas fotografías con Hugo, cuando acabamos de hacernos fotos nos fumamos un cigarro.

- Voy a llamar a unos amigos a ver si están aún por el pueblo o se han marchado para casa.
- Me parece bien -le sonreí mientras buscaba en el móvil a alguien-
- David, ¿estáis por el pueblo?... Vale, ¿dónde estáis?... De acuerdo, ahora me paso, ¿a qué hora os marcháis más o menos?... Ah vale, perfecto, en cinco minutos estoy allí, venga tío, ahora nos vemos. -colgó el teléfono y cogió el casco-
- Vamos amor, están en el parque de los viejos.
- Vale, vamos.

Nos pusimos el casco, nos subimos a la moto y volvimos al pueblo.

CAPÍTULO 4: Una ruta especial.

- Antes de empezar con la ruta, vamos a ir a un sitio tranquilo y bonito, así hablamos un rato, ¿te parece? -me dijo mientras conducía y pasaba de largo el castillo metiéndose en una carretera segundaría llena de curvas-
- Bueno, cómo tú veas.
Conducía bien y cuando ya llevaba el tiempo suficiente como para dejar de estar asustada e inquieta, empecé a disfrutar del viaje, de las vistas y de la velocidad.
Recorrimos poca carretera, estaba segura de que era mucho más larga. Se metió en una de las entradas. Había una especie de masía o bodega de vinos con un espacio grande para aparcar. Cabían unos seis coches en línea. Aparcó la moto al lado de un muro de no más de medio metro de alto.
Quité las manos de su cuerpo y me bajé de la moto y me quité el casco.
Él hizo lo mismo mientras me acomodaba el pelo.
- Bueno, la carretera por la que hemos venido se llama "la vieja". Todo el mundo en este pueblo la conoce. La llamamos la vieja porque antes no había otra para salir del pueblo y es por donde pasaba todo el mundo. Ahora no pasa casi nadie como has podido comprobar.
- Sí, no había tráfico. -me reí- Me gusta esta carretera, está bien para coger las curvas con un buen coche.
- Así que te gusta conducir y la velocidad por lo que puedo intuir -se quedó pensativo mirándome-
- Pues sí, solo sabes mi nombre por si no te acordabas, pero si me encanta la velocidad y los coches.
- Entonces no entiendo porqué te cogías tanto a mi en la moto, porque si te gusta la velocidad no lo parecía, me estabas dejando sin respiración -me sonrió-
- Ala, ala... exagerado... no te dejaba sin respiración porque te cogía fuerte, como tú dices, si no por tocarte solamente.
- Uy, uy, uy... que chulilla tú, ¿no? - se acercó a mi bastante, me giré y me senté en el muro-
- Bueno... háblame de ti Hugo -le dije sonriendo-
- ¿Qué quieres saber de mi? -me preguntó mientras se sentaba al lado mío-
- Lo que quieras contarme...
- Pues me llamo Hugo, tengo diecinueve años y bueno, me irás conociendo. Vivo aquí en el pueblo y por ahora estudio ¿y tú? tú puedes contarme más, que eres la nueva.
- Tú también eres nuevo para mi -le guiñé el ojo- pero, no sé que quieres saber, así que pregunta que yo respondo-
- Tú nombre ya lo sé, Lara ¿Cuántos años tienes?
- ¿Cuántos me hechas?
- Mmh... diecinueve o veinte...
- Puf, no das ni una... si sigues así tendré que responderte sin preguntas -se rió- tengo dieciocho.
- Qué graciosilla tú, así que dieciocho, guay, guay. Ahora cuéntame que haces aquí, de donde vienes, porque has acabado aquí, por donde vives y luego ya me cuentas tus gustos... -me miró fijamente con interés en su mirada-
- Bueno haberme pedido mi biografía -nos reímos juntos- pues mira, vengo de Madrid donde vivía con mi madre pero le ha salido trabajo en Nueva York y yo no quería quedarme sola en Madrid, quería cambiar de aires y no me gustaba la idea de quedarme allí sola en la capital, porque es bastante estresante, así que pensé en venirme aquí con mi tío, me llevaba genial con él y así no estaba sola. Me he venido esta mañana, vivo pasando la gasolinera de la entrada del pueblo, y creo que te voy a tener que aguantar mucho tiempo -le saqué la lengua- y nada, aquí estoy. Y estudiaré en el instituto del pueblo.
- Bueno, bueno. Genial me parece, encima serás mi compañera en el instituto, fenomenal.
- No lo des por hecho aún -le sonreí-
- Eres rebelde ¿No?
- Para nada, me parece gracioso chincharte -nos reímos juntos-
- ¿Fumas?
- Sí, ¿quieres un cigarro?
- No, no. Te invito yo a uno, toma -me dio un cigarro-
- Mal empezamos Hugo... ya te debo un cigarro. No puede ser.
- Regalo de bienvenida mujer. -le sonreí- este lugar me gusta mucho porque me vengo siempre que estoy mal por algo. No hay nadie, es tranquilo, es bonito y se puede ver el atardecer.
- Es bonito sí, el primer lugar que visitamos juntos y me gusta. A ver si sigues así y me llevas a más lugares que merezcan la pena.
- Por supuesto, nos acabamos el cigarro y seguimos con la ruta.
- Perfecto.

***

Se subió a la moto y antes de ponerme el casco me sonó el teléfono.
- Un segundo que me llaman -le dije mientras buscaba el móvil en el bolso-
- Sí, sí, no te preocupes, atiende.
- ¡Hola mamá! ¿ya has llegado a Nueva York?... ¿sí? ¿Te gusta Nueva York o qué?... yo estoy bien, dando una vuelta conociendo el pueblo, está bastante bien y esta noche veré al tito que está en un partido... sí, me cuido, no te preocupes, te llamo luego ¿vale? Te quiero mucho mamá... chao.
- ¿Ya está tu madre en Nueva York?
- Sí. Me hubiese gustado ir, pero prefiero el español y España por ahora -me reí-
Me puse el casco y me subí a la moto de nuevo. Ahora iba confiada, cuando encendió la moto y se metió en el camino que daba a la vieja me preguntó:
- ¿No te habrás tomado mal lo que te he dicho de cuando me tenías cogido en la ida, no?
- No, no, para nada ¿porque Hugo?
- Porque como no te has cogido... -me reí-
- Hay que ver -lo abracé-
- Así mejor -me guiñó el ojo mientras me miraba por el retrovisor de la moto-
La bajada de la vieja al castillo si que se atrevió a pisarle más a la moto.

***

Me dio un paseo por todo el pueblo mientras me enseñaba los lugares más conocidos para la gente de aquí, pero todo sin bajarnos de la moto.
Me llevó al skate park de vuelta, ya no había nadie de su grupo de amigos, pero las pocas personas que habían lo conocían porque al llegar lo saludaron.
- ¿Eres muy conocido en el pueblo?
- Bueno, no lo sé... ¿porqué lo dices?
- No, porque te han saludado bastantes personas hoy -se rió-
- Pues no sé, en realidad se conoce todo el mundo.
- Sí, también tienes razón.
- Bueno, dime que aficiones tienes, que música te gusta, no sé...
- Dímelo tú primero, que yo ya he hablado mucho.
- Está bien señorita. Mi color favorito es el azul, me gustan las motos, salir con mis amigos, la velocidad. La música que más me gusta es el rap aunque alguna vez escucho lo que pongan -me reí-
- Guay. Mi color favorito es el verde. Soy bailarina profesional de bailes de salón y de hip hop. Me encanta la música, toco el piano, hago canciones, también escucho rap aunque un poco de todo también y me apasionan los coches.
- No está nada mal.
- Hugo, me voy a ir yendo para casa que mi tío estará al llegar y tengo ganas de verlo.
- Sí, claro por supuesto Lara, te llevo a casa. Por cierto, ¿tienes pensado salir esta noche?
- Pues no me parece nada mal, cuando acabe de cenar y esté un rato con mi tío un rato charlando y tal saldré.
- Apúntame tu móvil que te llamaré sobre las doce y media -se lo apunté en el brazo mientras nos reíamos de mi original idea-
- Bueno, apúntame tú el tuyo por si salgo antes y me pierdo -le saqué la lengua-
Me cogió la mano con mucha delicadeza y ternura y apoyó mi mano en el manillar de la moto.
No me dejaba ver lo que estaba escribiendo, no sé que hacía si solo quería su número.
- Hasta que no llegues a casa ni se te ocurra leerlo. -aunque lo hubiese intentado ya se había hecho de noche y me costaría leerlo porque no había luz ninguna-
- De acuerdo, vámonos chico -me puse el casco y me subí a la moto-
Le indiqué donde estaba mi casa y me dejó en la puerta. Me quite el casco al bajarme de la moto. Él también se lo quitó pero no se bajó de la moto, solamente la apagó.
- Espero tu llamada ¿eh? -le dije sonriendo-
- Y yo espero la tuya antes de tiempo para que te venga a buscar.
- Ya veremos, hasta luego Hugo. -le acerqué el casco-
- No, quédatelo. -me sonrió-
- Vale chico, nos vemos más tarde -me giré y me cogió del brazo-
- ¿En la capital no dais dos besos cuando os despedís? -me quedé sorprendida con la mirada con la que me miraba. Tenía un encanto especial. Y le brillaban los ojos-
- Ah claro, por supuesto. -le di los dos besos-
- Hasta luego bonita.
Me sonrojé pero no se notó porque faltaba iluminación, le dediqué una sonrisa y entré en el jardín de casa.

sábado, 4 de agosto de 2012

CAPÍTULO 3: Primeras nuevas caras.

Comí en la cocina para no tener que preparar la mesa del comedor. Hacía bastante calor ya que estábamos a finales de agosto, así que cerré todas las ventanas y puse el aire acondicionado.
Me subí a mi habitación y cogí mi libreta de canciones. Allí dentro tenía las partituras para piano de canciones que había compuesto yo y otras de mi padre, también tenía algunas letras que había escrito hace poco. Cogí también mi móvil porque mi madre no tardaría en llamarme.
Me bajé abajo y me puse en el piano. Volví a tocar la canción que toqué esta mañana, la de Primer Amor, que bonita canción, tenía que escribir una letra para esa melodía, aunque no tenía ninguna idea por ahora. Estuve tocando el piano un buen rato. Me fijé en la hora y eran las cinco de la tarde, así que me subí arriba y me arreglé, quería salir a dar una vuelta por ese pueblo, para conocerlo porque estaba segura de que estaría lleno de lugares bonitos y tranquilos, era la primera impresión que me dio aquél lugar al entrar.

Estaba un poco nerviosa, porque seguramente iba a encontrarme a los que posiblemente me acompañaran en menos de un mes en el instituto, a mis futuros compañeros del instituto y eso me ponía nerviosa. Soy una chica muy simpática, muy divertida y muy alegre, pero cuando es el momento de conocer gente y de hacerme un sitio donde ya están hecho los grupos de amigos y todo eso, no me gustaba nada, ya que en mi carácter abundaba la timidez en ese aspecto, pues cuando tengo que bailar delante de mucha gente lo hago totalmente segura y sin vergüenza.

Cogí el móvil, el bolso y las llaves, y me encendí un cigarro al salir de casa.
Bien... iba a ser difícil encontrar a la gente, no sabía donde podían estar los chicos y chicas de mi edad, pero bueno, muy grande tampoco era el pueblo, así que decidí tirar toda mi calle hacía abajo, después ya vería por donde tirar.

***

Al final de mi calle había una rambla peatonal con un carril al lado. Mi tío vivía en un barrio muy tranquilo y lleno de casas, ningún edificio alto, ni semáforos, ni carreteras con más de dos carriles. Era totalmente distinto a Madrid, aunque era obvio, Ribes no era una ciudad, era un pueblo.
Seguí un trozo de la rambla cuando vi que había un skate park, había muchos chicos jovenes, de mi edad y de menores. Decidí pasar más cerca para poder verles las caras bien.
Habían chicos de unos doce años patinando en las rampas, había un grupo de chicos de entre dieciséis y dieciocho años sentados juntos en forma de círculo jugando a las cartas y fumando, luego había unas chicas escuchando música y tomando el sol, y al lado del skate park había un puente que subía hacía algún lugar que no pude ver desde el skate park, allí en el puente había chicos con los coches y sus amigos a la sombra escuchando música y pasando el rato.
Decidí sentarme en uno de los bancos del skate park para liarme un cigarro y fumármelo tranquila mientras observaba la vida que hacían esas personas que vivían aquí.
Muchos me miraban de reojo y al mirarlos volvían la mirada hacía otro lado. Eso me producía gracia e inquietud al mismo tiempo, pero bueno, es normal... la extraña en aquél lugar era yo. De pronto apareció un chico en moto, entró y la aparcó cerca del grupo de chicos que estaban sentados en círculo. Cuando se quitó el casco y vi su rostro me quedé asombrada.
Era un chico guapísimo, su mirada era sumamente atractiva. Tenía los ojos oscuros, su tez era morena y su pelo era negro. No era muy alto, pero sí más alto que yo, estaba fuerte, se le marcaban los músculos y su manera de gesticular parecía encantadora, al analizarlo en medio minuto, aparté la vista de él. Noté que alguien me miraba y era él. Nos estuvimos mirando unos segundos, luego hizo un gesto de media sonrisa y se sentó con sus amigos. Yo aparté la mirada y me quedé pensando en quien sería, cómo se llamaría y cuantos años tendría.
Yo le echaba unos dieciocho como yo, pero no tenía ni idea.

***

Cuando me acabé el cigarro me quedé pensando viendo a un chico patinar con patines. Se le daba realmente bien y estaba en el grupo de aquél chico que me había dejado sorprendida por su belleza. Me acomodé el pelo, ya que lo tenía bastante largo, a la altura del ombligo. Notaba que me miraban varias personas y es lo que más nerviosa me pone.
Cogí el móvil y me puse los auriculares, así por lo menos desconectaba un rato de aquél ambiente tenso para mi. Decidí seguir con la ruta por el pueblo así que me levanté con la intención de seguir con la ruta y conocer más lugares de este pueblo que creo, que me iba a dar más de una sorpresa. 
Pasé por delante del grupo de amigos que estaban sentados en el suelo, fumando, riendo y jugando a las cartas. Cuando pasé por al lado del chico de los ojos oscuros y el pelo negro me fijé que me estaba mirando, así que le devolví la mirada y me fui.

***

Pasé por el puente, aunque sin cruzarlo ya que no creo que fuese a ningún sitio. 
Seguí por aquella rambla y crucé una carretera que supuse que podría ser la salida del pueblo, aunque no estaba segura.
Al cruzar la carretera la rambla seguía y lo próximo que me encontré fue con un pequeño parque con unos jardines. Allí había otro grupo de chicos, todo chicos, que estaban haciendo piruetas, volteretas y se grababan. Se me quedaron mirando al pasar así que les dediqué una sonrisa, no parecían mala gente, me transmitieron simpatía. Lo que más me gustó es que sabía que estaban haciendo lo que les gustaba, porque veía como lo vivían completamente, y eso me gustaba, ya que era como para mi el baile, así lo sentí.
Seguí rambla abajo, me encontré con el centro deportivo del pueblo, había gimnasio y unas piscinas. Era perfecto, lo tenía al lado de casa y me gustaba hacer deporte.
Después del centro deportivo había unas pistas para jugar a básquet, fútbol... y un campo de fútbol de césped que supongo que es allí donde entrenarían y jugarían los partidos el equipo del pueblo.
Y por último, al final de la rambla había un gran terreno de césped con unos arbustos grandes, unos bancos y se veía el castillo del pueblo. 
Me quedé asombrada por la belleza que desprendía el pueblo, era encantador.
Me senté en uno de los bancos que había a fumarme otro cigarro, saqué la cámara y inmortalicé aquél paisaje. Me quité los auriculares, porque al fin y al cabo me los había puesto para no escuchar el ruido de mi alrededor en el skate park, estaba nerviosa porque había mucha gente y yo era el centro de atención, y en esas situaciones, no me gusta para nada serlo.
Mientras me fumaba el cigarro me puse a escuchar los sonidos de la naturaleza, era genial escuchar a los pájaros, al aire, y no escuchar a coches y motos y tráfico como llevaba mucho tiempo escuchando en Madrid. Estaba segura de que esto me iría muy bien para desconectarme de todo, para tener un largo tiempo de relax.
Pero mi tiempo de relax fue nuevamente interrumpido por el ruido de una moto, el ruido de una moto muy parecida a la del chico del skate park, me puse nerviosa pero decidí no girarme, no podía ser que volviese a ser él.

***

Efectivamente... era él de nuevo.
¿Qué quería? Me logró poner muy nerviosa cuando se paró delante mío, pero a la vez estaba segura y conseguí tranquilizarme.
Solo hacía que mirarme a los ojos y perforarme la mirada, así que me armé de valor y le hablé.

- Hola, ¿nos conocemos o algo? - se bajó de la moto y se quitó el casco y me sonrió-
- Hola, no, no nos conocemos. No te había visto nunca por el pueblo, ¿has venido de vacaciones?
- Ehm... -dije un poco nerviosa- No, no he venido de vacaciones. Me he venido a vivir con mi tío.
- ¿Ah sí? ¡Genial! -me quedé mirándolo extrañada- Ay perdona, ni me he presentado, ni te he preguntado tu nombre. Me llamo Hugo, encantado. -me dio dos besos-
- Yo me llamo Lara -le sonreí-
- Bonito nombre, y, ¿Qué hacías aquí sentada sola Lara?
- Bueno, estoy dando un paseo para empezar a conocer el pueblo. He llegado esta mañana y quería conocer un poco donde voy a vivir a partir de ahora. 
- Ah bueno, ¿pero como quieres conocer el pueblo sola? Si te fías mínimamente de mi, puedes subirte a la moto y yo te doy una vuelta turística por el pueblo, ¿Qué te parece? -me dijo sonriéndome-
- No me parece mal. -le sonreí-
- Bien, y cada vez que nos paremos en algún sitio te voy contando cosas sobre mi y tú sobre ti, ¿Vale?
- Sí, genial.

Me entregó el casco, me lo puse y me subí a la moto.
Tenía que reconocer que en mi piel solamente se podía notar los nervios, ni las venas, ni el color de mi piel, toda yo era nervios. ¿Porqué había aceptado subirme con él a su moto? ¿Quién era? ¿Porqué me había convencido solamente con cruzar tres palabras? Encima hacía muchísimo que no me subía a una moto. Él volvió a interrumpir mis pensamientos.

- Cógete a mi si tienes miedo, pero no te preocupes, te gustará el viaje.
- Ah, vale, gracias.

Me dedicó una sonrisa y una mirada encantadora por el espejo retrovisor de la moto. Tenía que reconocer que estaba un poco asustada.
Encendió la moto y me cogí a él. Pude notar su abdomen marcado por los músculos. Tenía el presentimiento de que me iba a gustar el viaje y que hubiese aparecido él cuando estaba al lado del castillo sola, y de habérmelo encontrado desde un principio en el skate park.


viernes, 3 de agosto de 2012

CAPÍTULO 2: Llegada

El taxista era muy simpático y agradable, era un hombre de unos cincuenta años, moreno y con el pelo inundado de canas. Al pasar el peaje de la autopista y cuando llegamos a Sitges, por la autopista me iba contando que estábamos muy cerca de Ribes, el pueblo donde vivía mi tío José, el hermano de mi padre.
Llegando al pueblo, antes de meternos en la salida de Ribes, desde la autopista se veía todo el pueblo, era un bonito paisaje, no me lo había imaginado así.
- ¿Te gusta Ribes? ¿Habías venido alguna vez? Te veo contenta.
- Bueno, a ver cuando entremos al pueblo como es pero parece muy bonito. Y hace trece años que no vengo -me reí sonriendole al taxista-
- Yo creo que te gustará, mira esta es la entrada.
Ese pueblo tenía un cierto encanto. Se respiraba libertad y tranquilidad.
La casa de mi tío estaba justo en la entrada pasando la gasolinera del pueblo.
El taxista detuvo el coche en la puerta de casa. Me quede absorbida viendo la calle y que al final por lo alto se veía la iglesia, que bonita estampa.
- Tenga, muchas gracias por el viaje -le entregué el dinero-
- Gracias a ti, ha sido un placer llevarte. No tengo viajes así todos los días -me sonrió y le devolví la sonrisa-
Sali del taxi y el taxista también abriendome el maletero y dejandome las maletas en el suelo.
- Gracias, que vaya bien -le dije sonriendole y despidiendome con la mano mientras cogía las maletas y me aproximaba a la puerta de entrada de casa, mi nueva casa.

***

Mi tío trabajaba como entrenador de básquet en el pueblo y hoy era sábado por la mañana y seguramente tendría partido.
Efectivamente. La puerta de fuera que daba al jardín y al garaje estaba abierta, entré y la cerré. Recorrí el camino que había hecho en el jardín hasta la puerta de casa.
Allí me había dejado mi tío una nota con una bonita caligrafía.


¡Sobrina!
Estoy en un partido, lo siento por no haber podido irte a buscar al aeropuerto, te debo una cena.
Volveré sobre las ocho o nueve, te quiero mucho.
Pd: las llaves están debajo del felpudo.
José

Sonreí al leer la nota de mi tío. Hacía tiempo que no lo veía pero si que hablaba de vez en cuando con él. No era muy mayor. Tenía treinta años, por eso tenía esa complicidad con él.
Cogí las llaves y entré en casa. La tenía muy bien decordada mi tío, se notaba que estaba bien cuidada, reformada y limpia.
Dejé las maletas en el recibidor y me centré en hacer una inspección y un recorrido turístico por la casa. Era grandiosa, tenía tres plantas contando la buhardilla.

***

En la planta baja estaba el salón que era muy grande y espacioso con un sofá en forma de L y un sofá de dos asientos de un tono rojo oscuro de cuero. En medio había una mesa muy bonita de color gris perla y en la pared una televisión enorme, de 50". Se notaba que mi tío era un hombre deportivo y con sentido de la competitividad.
Eso era lo que más me gustaba de mi tío entre otras cosas, porque yo me dedicaba al baile y en ocasiones también cantaba pero mi pasión era el baile y por encima la música.
Me fijé que tenía un equipo de sonido muy potente envolviendo el salón. A mi tío le gustaba la música igual que a mi y que a mi padre.
En una esquina del salón tenía un piano negro de cola, era precioso y estaba impecable. Me senté en el sillín del piano, levanté la tapa y pasé el dedo por las teclas muy suavemente sin llegar a presionarlas para que sonaran.
Miré las partituras que tenía mi tío encima del piano, empecé a tocar una que se llamaba: Primer Amor.
Yo tocaba el piano desde pequeña, mis padres y yo también teniamos un piano en casa. A mi padre le encantaba y él me enseñó a tocarlo pero cuando murió me dediqué en cuerpo y alma a aquél instrumento, me recordaba a mi padre y era una manera de poder hablar con él.
La toqué y me pareció preciosa. No tenía letra pero supe que le compondría una.
Fui a ver la cocina, el baño y la puerta que daba al jardín por atrás y a la piscina de la casa. El jardín era precioso. Subí a la planta de arriba. Había cuatro puertas. Abrí la que estaba primero a la izquierda, era la habitación de mi tío sin duda, por la decoración y el ambiente.
En las dos siguientes eran un despacho y otro baño más grande que el de abajo, y por último mi habitación. Era muy grande y tenía una decoración agradable, con una minicadena con altavoces colgados de la pared, una cama de matrimonio, un pequeño sofá, una televisión, un escritorio espacioso y una puerta de cristal que daba a una terracita.
Me pareció preciosa mi habitación.
Subí a la buhardilla y vi que había una puerta al fondo, la abrí y me quedé alucinada.

***

No era muy grande la habitación pero lo que me maravilló es que mi tío había montado allí un estudio de grabación. Estaba guapísimo el estudio y encima insonorizado. Estaba segura de que lo visitaría muy amenudo.
Bajé abajo a buscar las maletas y las subí a mi habitación y estuve hasta la hora de comer ordenandolo todo y colocando todas mis cosas.

***

Sonó el teléfono.
- ¿Diga?
- Hola sobrinita, ¿eres tú?
- ¡Hola tío! ¿como estás? Ya me he instalado aquí, tengo muchas ganas de verte.
- ¡Y yo a ti! Muchísimas ganas tengo, ni te lo imaginas Lara, hay comida en la nevera, sírvete tu misma, yo quizás llego a la tarde noche, no lo sé seguro, pero no te preocupes, sal y conoce el pueblo, yo te llamo cuando esté llegando.
- De acuerdo tío, no te preocupes. Hasta la noche.
- Adiós sobrinita, un beso.
Colgué y me puse a hacer algo para comer.

jueves, 2 de agosto de 2012

CAPÍTULO 1: El viaje

CAPÍTULO 1: El viaje

- ¡Vamos mamá! Vas a llegar tarde al aeropuerto y yo también. Date prisa por favor.
- Ya va, ya va... cierro todo lo que me queda y vamos. Coge las llaves del coche y ves metiendo las maletas.
- Vale pero no tardes, que no quiero perder el vuelo.

Metí todo en el maletero del coche y esperé a mi madre en el umbral de casa. Apareció con las llaves de casa en la mano y me miró con ternura.
- ¿No te da pena salir de casa y no saber cuanto tiempo tardarás en volver?
- Obvio que sí mamá, igual que a ti, ¿no?
- Claro, aunque lo que más pena me da es alejarme de ti hija.
- Bueno mamá, a mi también... pero es lo que ha tocado. El trabajo es trabajo...
- Sí, aunque con tu tío José sé que vas a estar bien, él te va a cuidar muy bien.
- Ay sí -le dije sonriendo entusiasmada- Tengo muchas ganas de verlo, pero basta de charlas mamá, vámonos.

Cerró la puerta y se subió al coche. Empezaba el viaje al aeropuerto. Quedaba media hora de viaje así que me puse los auriculares y me dejé inundar por la música.
No me imaginaba el pueblo de mi tío. Hacía trece años que no viajaba allí y ahora tenía dieciocho. Era pequeñita cuando viajé allí por última vez y no recordaba muy bien el lugar, y a parte, no servía de nada recordar el lugar, pues con todos los años que habían pasado estaba segura de que todo habría cambiado por completo.
No sabía que me iba a esperar allí, además comenzaba en un instituto como la chica nueva, no conocía a nadie, pero bueno, eso no era lo que me preocupaba.
En realidad estaba ansiosa por llegar y hasta dentro de dos horas o tres estaría en el lugar que sería mi lugar donde viviría durante un periodo largo de tiempo.

***
Ya estábamos llegando al aeropuerto, me quite los auriculares y los guardé junto a mi móvil en el bolso. Aparcamos el coche en el parking y nos metimos de lleno en el aeropuerto.
Me encantaban los aeropuertos porque siempre iba y venía gente a todos los lugares que se pudiera ir, y porque también me gustaba mucho viajar, y era el lugar que mejor definía el concepto de viajar.
El aeropuerto de Barajas en Madrid era enorme. Yo hacía bastantes años que vivía en Madrid. Nací en Barcelona pero antes de cumplir los dos añitos me instalé en Madrid con mi madre y con mi padre.

Ahora solamente vivía con mi madre porque mi padre tuvo un accidente de tráfico mortal y no salió de allí. Hace ya muchos años pero recordaba a mi padre como si nunca hubiese pasado el tiempo.
Me desconecté de mis pensamientos cuando habló una voz por los altavoces del aeropuerto. Mi vuelo salía en media hora, me tenía que dirigir a la puerta de embarque. El vuelo de mi madre salía en una hora y media, y ella iba hacía Nueva York y yo hacía Barcelona.
En dos horas más o menos estaría en Barcelona por fin.

- Mamá, me tengo que ir ya.
- Hija, cuídate muchísimo, cuando llegue a NY te llamo, ¿Vale? Te quiero mucho -me abrazó-
- Mamá ya sabes que no me gustan las despedidas. Yo también te quiero. Nos llamamos y nos hablamos por la cam del ordenador. Acuérdate de mi y cómprame algo de ropa en NY y si puedes envíamela por correo. Te voy a echar muchísimo de menos mamá. Te escribiré e-mails contándote lo que pasé por allí.
- No te preocupes cariño, ahora ve si no quieres quedarte en Madrid.

***

Qué emoción ver Barcelona desde aquella altura, parecía diminuta pero yo sabía muy bien que era grandiosa. 
Salí al aeropuerto y recogí mis maletas. Era genial. Tenía ganas de salir a ver la ciudad, a respirar el aire de la ciudad condal y a fumarme un cigarro.
Esto de viajar me gustaba mucho pero estaba realmente nerviosa. Cuando terminé de fumarme el cigarro cogí el primer taxi que vi y le indique la dirección que me había dado mi tío por teléfono.
¡Que ganitas tenía de llegar ya por dios!