sábado, 4 de agosto de 2012

CAPÍTULO 3: Primeras nuevas caras.

Comí en la cocina para no tener que preparar la mesa del comedor. Hacía bastante calor ya que estábamos a finales de agosto, así que cerré todas las ventanas y puse el aire acondicionado.
Me subí a mi habitación y cogí mi libreta de canciones. Allí dentro tenía las partituras para piano de canciones que había compuesto yo y otras de mi padre, también tenía algunas letras que había escrito hace poco. Cogí también mi móvil porque mi madre no tardaría en llamarme.
Me bajé abajo y me puse en el piano. Volví a tocar la canción que toqué esta mañana, la de Primer Amor, que bonita canción, tenía que escribir una letra para esa melodía, aunque no tenía ninguna idea por ahora. Estuve tocando el piano un buen rato. Me fijé en la hora y eran las cinco de la tarde, así que me subí arriba y me arreglé, quería salir a dar una vuelta por ese pueblo, para conocerlo porque estaba segura de que estaría lleno de lugares bonitos y tranquilos, era la primera impresión que me dio aquél lugar al entrar.

Estaba un poco nerviosa, porque seguramente iba a encontrarme a los que posiblemente me acompañaran en menos de un mes en el instituto, a mis futuros compañeros del instituto y eso me ponía nerviosa. Soy una chica muy simpática, muy divertida y muy alegre, pero cuando es el momento de conocer gente y de hacerme un sitio donde ya están hecho los grupos de amigos y todo eso, no me gustaba nada, ya que en mi carácter abundaba la timidez en ese aspecto, pues cuando tengo que bailar delante de mucha gente lo hago totalmente segura y sin vergüenza.

Cogí el móvil, el bolso y las llaves, y me encendí un cigarro al salir de casa.
Bien... iba a ser difícil encontrar a la gente, no sabía donde podían estar los chicos y chicas de mi edad, pero bueno, muy grande tampoco era el pueblo, así que decidí tirar toda mi calle hacía abajo, después ya vería por donde tirar.

***

Al final de mi calle había una rambla peatonal con un carril al lado. Mi tío vivía en un barrio muy tranquilo y lleno de casas, ningún edificio alto, ni semáforos, ni carreteras con más de dos carriles. Era totalmente distinto a Madrid, aunque era obvio, Ribes no era una ciudad, era un pueblo.
Seguí un trozo de la rambla cuando vi que había un skate park, había muchos chicos jovenes, de mi edad y de menores. Decidí pasar más cerca para poder verles las caras bien.
Habían chicos de unos doce años patinando en las rampas, había un grupo de chicos de entre dieciséis y dieciocho años sentados juntos en forma de círculo jugando a las cartas y fumando, luego había unas chicas escuchando música y tomando el sol, y al lado del skate park había un puente que subía hacía algún lugar que no pude ver desde el skate park, allí en el puente había chicos con los coches y sus amigos a la sombra escuchando música y pasando el rato.
Decidí sentarme en uno de los bancos del skate park para liarme un cigarro y fumármelo tranquila mientras observaba la vida que hacían esas personas que vivían aquí.
Muchos me miraban de reojo y al mirarlos volvían la mirada hacía otro lado. Eso me producía gracia e inquietud al mismo tiempo, pero bueno, es normal... la extraña en aquél lugar era yo. De pronto apareció un chico en moto, entró y la aparcó cerca del grupo de chicos que estaban sentados en círculo. Cuando se quitó el casco y vi su rostro me quedé asombrada.
Era un chico guapísimo, su mirada era sumamente atractiva. Tenía los ojos oscuros, su tez era morena y su pelo era negro. No era muy alto, pero sí más alto que yo, estaba fuerte, se le marcaban los músculos y su manera de gesticular parecía encantadora, al analizarlo en medio minuto, aparté la vista de él. Noté que alguien me miraba y era él. Nos estuvimos mirando unos segundos, luego hizo un gesto de media sonrisa y se sentó con sus amigos. Yo aparté la mirada y me quedé pensando en quien sería, cómo se llamaría y cuantos años tendría.
Yo le echaba unos dieciocho como yo, pero no tenía ni idea.

***

Cuando me acabé el cigarro me quedé pensando viendo a un chico patinar con patines. Se le daba realmente bien y estaba en el grupo de aquél chico que me había dejado sorprendida por su belleza. Me acomodé el pelo, ya que lo tenía bastante largo, a la altura del ombligo. Notaba que me miraban varias personas y es lo que más nerviosa me pone.
Cogí el móvil y me puse los auriculares, así por lo menos desconectaba un rato de aquél ambiente tenso para mi. Decidí seguir con la ruta por el pueblo así que me levanté con la intención de seguir con la ruta y conocer más lugares de este pueblo que creo, que me iba a dar más de una sorpresa. 
Pasé por delante del grupo de amigos que estaban sentados en el suelo, fumando, riendo y jugando a las cartas. Cuando pasé por al lado del chico de los ojos oscuros y el pelo negro me fijé que me estaba mirando, así que le devolví la mirada y me fui.

***

Pasé por el puente, aunque sin cruzarlo ya que no creo que fuese a ningún sitio. 
Seguí por aquella rambla y crucé una carretera que supuse que podría ser la salida del pueblo, aunque no estaba segura.
Al cruzar la carretera la rambla seguía y lo próximo que me encontré fue con un pequeño parque con unos jardines. Allí había otro grupo de chicos, todo chicos, que estaban haciendo piruetas, volteretas y se grababan. Se me quedaron mirando al pasar así que les dediqué una sonrisa, no parecían mala gente, me transmitieron simpatía. Lo que más me gustó es que sabía que estaban haciendo lo que les gustaba, porque veía como lo vivían completamente, y eso me gustaba, ya que era como para mi el baile, así lo sentí.
Seguí rambla abajo, me encontré con el centro deportivo del pueblo, había gimnasio y unas piscinas. Era perfecto, lo tenía al lado de casa y me gustaba hacer deporte.
Después del centro deportivo había unas pistas para jugar a básquet, fútbol... y un campo de fútbol de césped que supongo que es allí donde entrenarían y jugarían los partidos el equipo del pueblo.
Y por último, al final de la rambla había un gran terreno de césped con unos arbustos grandes, unos bancos y se veía el castillo del pueblo. 
Me quedé asombrada por la belleza que desprendía el pueblo, era encantador.
Me senté en uno de los bancos que había a fumarme otro cigarro, saqué la cámara y inmortalicé aquél paisaje. Me quité los auriculares, porque al fin y al cabo me los había puesto para no escuchar el ruido de mi alrededor en el skate park, estaba nerviosa porque había mucha gente y yo era el centro de atención, y en esas situaciones, no me gusta para nada serlo.
Mientras me fumaba el cigarro me puse a escuchar los sonidos de la naturaleza, era genial escuchar a los pájaros, al aire, y no escuchar a coches y motos y tráfico como llevaba mucho tiempo escuchando en Madrid. Estaba segura de que esto me iría muy bien para desconectarme de todo, para tener un largo tiempo de relax.
Pero mi tiempo de relax fue nuevamente interrumpido por el ruido de una moto, el ruido de una moto muy parecida a la del chico del skate park, me puse nerviosa pero decidí no girarme, no podía ser que volviese a ser él.

***

Efectivamente... era él de nuevo.
¿Qué quería? Me logró poner muy nerviosa cuando se paró delante mío, pero a la vez estaba segura y conseguí tranquilizarme.
Solo hacía que mirarme a los ojos y perforarme la mirada, así que me armé de valor y le hablé.

- Hola, ¿nos conocemos o algo? - se bajó de la moto y se quitó el casco y me sonrió-
- Hola, no, no nos conocemos. No te había visto nunca por el pueblo, ¿has venido de vacaciones?
- Ehm... -dije un poco nerviosa- No, no he venido de vacaciones. Me he venido a vivir con mi tío.
- ¿Ah sí? ¡Genial! -me quedé mirándolo extrañada- Ay perdona, ni me he presentado, ni te he preguntado tu nombre. Me llamo Hugo, encantado. -me dio dos besos-
- Yo me llamo Lara -le sonreí-
- Bonito nombre, y, ¿Qué hacías aquí sentada sola Lara?
- Bueno, estoy dando un paseo para empezar a conocer el pueblo. He llegado esta mañana y quería conocer un poco donde voy a vivir a partir de ahora. 
- Ah bueno, ¿pero como quieres conocer el pueblo sola? Si te fías mínimamente de mi, puedes subirte a la moto y yo te doy una vuelta turística por el pueblo, ¿Qué te parece? -me dijo sonriéndome-
- No me parece mal. -le sonreí-
- Bien, y cada vez que nos paremos en algún sitio te voy contando cosas sobre mi y tú sobre ti, ¿Vale?
- Sí, genial.

Me entregó el casco, me lo puse y me subí a la moto.
Tenía que reconocer que en mi piel solamente se podía notar los nervios, ni las venas, ni el color de mi piel, toda yo era nervios. ¿Porqué había aceptado subirme con él a su moto? ¿Quién era? ¿Porqué me había convencido solamente con cruzar tres palabras? Encima hacía muchísimo que no me subía a una moto. Él volvió a interrumpir mis pensamientos.

- Cógete a mi si tienes miedo, pero no te preocupes, te gustará el viaje.
- Ah, vale, gracias.

Me dedicó una sonrisa y una mirada encantadora por el espejo retrovisor de la moto. Tenía que reconocer que estaba un poco asustada.
Encendió la moto y me cogí a él. Pude notar su abdomen marcado por los músculos. Tenía el presentimiento de que me iba a gustar el viaje y que hubiese aparecido él cuando estaba al lado del castillo sola, y de habérmelo encontrado desde un principio en el skate park.


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