viernes, 3 de agosto de 2012

CAPÍTULO 2: Llegada

El taxista era muy simpático y agradable, era un hombre de unos cincuenta años, moreno y con el pelo inundado de canas. Al pasar el peaje de la autopista y cuando llegamos a Sitges, por la autopista me iba contando que estábamos muy cerca de Ribes, el pueblo donde vivía mi tío José, el hermano de mi padre.
Llegando al pueblo, antes de meternos en la salida de Ribes, desde la autopista se veía todo el pueblo, era un bonito paisaje, no me lo había imaginado así.
- ¿Te gusta Ribes? ¿Habías venido alguna vez? Te veo contenta.
- Bueno, a ver cuando entremos al pueblo como es pero parece muy bonito. Y hace trece años que no vengo -me reí sonriendole al taxista-
- Yo creo que te gustará, mira esta es la entrada.
Ese pueblo tenía un cierto encanto. Se respiraba libertad y tranquilidad.
La casa de mi tío estaba justo en la entrada pasando la gasolinera del pueblo.
El taxista detuvo el coche en la puerta de casa. Me quede absorbida viendo la calle y que al final por lo alto se veía la iglesia, que bonita estampa.
- Tenga, muchas gracias por el viaje -le entregué el dinero-
- Gracias a ti, ha sido un placer llevarte. No tengo viajes así todos los días -me sonrió y le devolví la sonrisa-
Sali del taxi y el taxista también abriendome el maletero y dejandome las maletas en el suelo.
- Gracias, que vaya bien -le dije sonriendole y despidiendome con la mano mientras cogía las maletas y me aproximaba a la puerta de entrada de casa, mi nueva casa.

***

Mi tío trabajaba como entrenador de básquet en el pueblo y hoy era sábado por la mañana y seguramente tendría partido.
Efectivamente. La puerta de fuera que daba al jardín y al garaje estaba abierta, entré y la cerré. Recorrí el camino que había hecho en el jardín hasta la puerta de casa.
Allí me había dejado mi tío una nota con una bonita caligrafía.


¡Sobrina!
Estoy en un partido, lo siento por no haber podido irte a buscar al aeropuerto, te debo una cena.
Volveré sobre las ocho o nueve, te quiero mucho.
Pd: las llaves están debajo del felpudo.
José

Sonreí al leer la nota de mi tío. Hacía tiempo que no lo veía pero si que hablaba de vez en cuando con él. No era muy mayor. Tenía treinta años, por eso tenía esa complicidad con él.
Cogí las llaves y entré en casa. La tenía muy bien decordada mi tío, se notaba que estaba bien cuidada, reformada y limpia.
Dejé las maletas en el recibidor y me centré en hacer una inspección y un recorrido turístico por la casa. Era grandiosa, tenía tres plantas contando la buhardilla.

***

En la planta baja estaba el salón que era muy grande y espacioso con un sofá en forma de L y un sofá de dos asientos de un tono rojo oscuro de cuero. En medio había una mesa muy bonita de color gris perla y en la pared una televisión enorme, de 50". Se notaba que mi tío era un hombre deportivo y con sentido de la competitividad.
Eso era lo que más me gustaba de mi tío entre otras cosas, porque yo me dedicaba al baile y en ocasiones también cantaba pero mi pasión era el baile y por encima la música.
Me fijé que tenía un equipo de sonido muy potente envolviendo el salón. A mi tío le gustaba la música igual que a mi y que a mi padre.
En una esquina del salón tenía un piano negro de cola, era precioso y estaba impecable. Me senté en el sillín del piano, levanté la tapa y pasé el dedo por las teclas muy suavemente sin llegar a presionarlas para que sonaran.
Miré las partituras que tenía mi tío encima del piano, empecé a tocar una que se llamaba: Primer Amor.
Yo tocaba el piano desde pequeña, mis padres y yo también teniamos un piano en casa. A mi padre le encantaba y él me enseñó a tocarlo pero cuando murió me dediqué en cuerpo y alma a aquél instrumento, me recordaba a mi padre y era una manera de poder hablar con él.
La toqué y me pareció preciosa. No tenía letra pero supe que le compondría una.
Fui a ver la cocina, el baño y la puerta que daba al jardín por atrás y a la piscina de la casa. El jardín era precioso. Subí a la planta de arriba. Había cuatro puertas. Abrí la que estaba primero a la izquierda, era la habitación de mi tío sin duda, por la decoración y el ambiente.
En las dos siguientes eran un despacho y otro baño más grande que el de abajo, y por último mi habitación. Era muy grande y tenía una decoración agradable, con una minicadena con altavoces colgados de la pared, una cama de matrimonio, un pequeño sofá, una televisión, un escritorio espacioso y una puerta de cristal que daba a una terracita.
Me pareció preciosa mi habitación.
Subí a la buhardilla y vi que había una puerta al fondo, la abrí y me quedé alucinada.

***

No era muy grande la habitación pero lo que me maravilló es que mi tío había montado allí un estudio de grabación. Estaba guapísimo el estudio y encima insonorizado. Estaba segura de que lo visitaría muy amenudo.
Bajé abajo a buscar las maletas y las subí a mi habitación y estuve hasta la hora de comer ordenandolo todo y colocando todas mis cosas.

***

Sonó el teléfono.
- ¿Diga?
- Hola sobrinita, ¿eres tú?
- ¡Hola tío! ¿como estás? Ya me he instalado aquí, tengo muchas ganas de verte.
- ¡Y yo a ti! Muchísimas ganas tengo, ni te lo imaginas Lara, hay comida en la nevera, sírvete tu misma, yo quizás llego a la tarde noche, no lo sé seguro, pero no te preocupes, sal y conoce el pueblo, yo te llamo cuando esté llegando.
- De acuerdo tío, no te preocupes. Hasta la noche.
- Adiós sobrinita, un beso.
Colgué y me puse a hacer algo para comer.

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