domingo, 5 de agosto de 2012

CAPÍTULO 5: El reencuentro con mi tío

Cerré la puerta del jardín y me quedé apoyada en la puerta.
Escuché como encendía la moto y el sonido de ésta se iba perdiendo en la distancia. Solté un suspiro y entré a casa. Lo primero que hice fue mirarme el brazo. Allí estaba apuntado su número y debajo había cómo una pequeña nota, que ponía:
Éste es mi número, aunque quizás no voy a esperar a que me llames y apareceré antes de que te lo esperes, cómo tú has aparecido hoy en mi vida. Estoy deseando de que sea ya esta noche para volver a verte preciosa.
Hugo.
Me quedé pensando y leyendo una y otra vez lo que me había escrito en el brazo. Era especial ese chico, con tan solo mirarlo aquella tarde me había enamorado de una manera que nadie lo había hecho nunca, y parece ser que a él le pasaba lo mismo. No me quise confiar, pero cogí la cámara y me fotografíe el brazo, para guardar siempre ese recuerdo. Me fui al baño y me limpié el brazo, tenía ganas de verlo yo también.

Aún no había llegado mi tío, así que me fui a duchar, me cambié de ropa, me hice una trenza de lado y empecé a hacer algo para cenar.
Cuando tuve la cena hecha la serví en la mesa, ya eran las nueve y media, no tenía que tardar mucho más. Me sonó el teléfono.

- ¿Diga?
- ¡Sobrinita! Estoy entrando al pueblo, ¿aún estás dando una vuelta?
- No, estoy en casa esperándote para cenar.
- Perfecto, en menos de dos minutos estoy entrando por la puerta.
- Vale tito, nos vemos ahora.

Efectivamente, fue colgar el teléfono y a los dos minutos aparecer mi tío por la puerta. Era un hombre guapísimo, alto, musculoso, con el pelo castaño y rizado y bastante bronceado por el sol del verano. Cuando lo vi fui corriendo a abrazarlo.

- ¡Hola tío! Tenía muchísimas ganas de verte -le sonreí mientras lo abrazaba-
- Y yo sobrinita, qué guapa estás, madre mía como has crecido desde la última vez que nos vimos, ahora vamos a poder recuperar el tiempo perdido que no estuve contigo.
- Claro que sí tío, no te preocupes, ahora me vas a tener aquí durante un tiempo muy largo. ¿Qué te parece si comenzamos a cenar?
- ¡Perfecto! porqué traigo un hambre...

Estuvimos cenando mientras charlábamos de como habían sido estos últimos años de nuestras vidas, que había hecho, que le había pasado, cómo era mi vida en Madrid, las cosas interesante, anécdotas... hablamos de los típicos temas que hablas con alguien que hace tiempo que no ves, y en poco rato quieres explicarle todo lo que ha pasado en años.
Acabamos de cenar y me ayudó a quitar la mesa.

- Te debo dos cenas ahora... será posible que hayas tenido que estar haciéndome la cena y esperándome... que tío más malo e irresponsable tienes.
- Anda -le di un golpe en el brazo- ¡no digas tonterías! No me debes nada, solamente con dejarme estar aquí en tu casa contigo, me parece suficiente.
- Mi casa es tú casa Lara, ya lo sabes.
- Sí, lo sé. ¿Qué te parece si cantamos juntos una canción? La canción de papá, aquella que me compuso a mí y que sé que tanto te gusta.
- Me parece perfecto, y después bailamos algo que ya que tengo viviendo en mi casa a una bailarina profesional de bailes de salón, algo tendrá que bailar conmigo, aunque tu tío no es muy bueno en esto del baile -nos reímos los dos-
- No te preocupes tío, estoy segura de que bailarás perfecto. Acabamos de recoger la cocina y vamos a cantar y a bailar, nos lo pasaremos genial juntos, ya verás.
- No lo dudaba para nada sobrinita.

***

Al acabar de recoger todo, mi tío se sentó en el piano y comenzó a tocar la melodía de la canción que compuso mi padre para mi. Yo la canté y él conmigo. Me emocioné mucho al poder cantar esa canción de nuevo con un chico, y sí ese chico era mi tío, me ponía más feliz aún, porque llevaba la misma sangre de mi padre y me recordaba a él. Acabé la canción con los ojos inundados de lágrimas.

- ¿Porqué lloras sobrina? -me dijo emocionado y estaba segura de que a él le faltaba poco para que sus ojos también se inundaran de lágrimas-
- Lloro de felicidad tío, hacía tiempo que no cantaba esta canción acompañada por una voz masculina, y me pone feliz poderla cantar contigo, porqué tú eres el hermano de mi papá y es como si volviera el tiempo para atrás y la cantase con él. Lo echo de menos, y sé que tú también, pero no te preocupes, yo siempre hablo con él, hablo con él a través de la música y yo sé que él siempre estará a nuestro lado. -mi tío se levantó y me abrazó con mucha fuerza y ternura-
- Claro que sí Lara, siempre va a estar a nuestro lado, y te escucha cada día, cada día que proyectas esa voz que Dios te dio, él la escucha y sonríe, porque tu voz es cómo la de un ángel sobrinita.
- Gracias tío. -me dio un beso en la frente, cerró la tapa del piano y encendió el equipo de sonido. Puso una canción de salsa-
- Bella dama, ¿me concedes este baile? -me hizo reír-
- Por supuesto.

Estuvimos bailando salsa, pasodoble, balada... cuándo me di cuenta de que ya eran las doce.

- Tío, ¿te molesta si salgo ésta noche? he conocido a un chico en el pueblo que me ha enseñado todo el pueblo, y me ha dicho que iban a salir todos, que así podría conocer a sus amigos y empezar a hacer amistades y conocer a la gente de aquí.
- Por supuesto que no me molesta sobrina, ¿tienes las llaves de casa, no?
- Sí, sí las tengo en mi bolso.
- Pues no te preocupes, vuelve cuando estés, yo me iré a dormir que estoy agotado entre el básquet, la emoción de ver a mi sobrinita de nuevo, el baile que es imposible seguirte princesa... -nos reímos- así que me iré a dormir, pero ve, ve y conoce a gente que estoy contentísimo de que te guste el pueblo.
- Sí, es muy bonito y la gente parece encantadora. Gracias tío, te prometo que cuando vuelva no haré ruído ninguno para no despertarte.
- No te preocupes sobrina, me voy para arriba, que te lo pases bien. -me dio un beso en la frente-
- Descansa tío. -le dediqué una sonrisa mientras subía a su habitación-

Fui al baño a mirarme al espejo, me hice de nuevo la trenza y me maquillé un poco. Subí a mi habitación, me preparé el bolso, me lié un cigarro y me fui hacía el jardín. 
Cuando salí a la puerta de la calle allí estaba él.

- ¿Tenías miedo de que me fuera sin llamarte? -le dije sonriéndole-
- No, me moría de ganas por verte otra vez.
- Uy, el casco, espera que voy a cogerlo. -me sonrío-

Entré corriendo al jardín y vi que lo había dejado al lado de la puerta de entrada. Salí corriendo de nuevo.

- ¿Ya estás lista?
- Ahora ya sí -le sonreí y le di dos besos ya que vi que no llevaba el casco puesto-
- Bien, veo que aprendes rápido -me sacó la lengua-
- Anda vamos.

Me subí a la moto y me abracé a él. Cuando lo miraba no podía evitar sonreír y me transmitía una felicidad y una alegría inmensa. No sabía donde me iba a llevar, pero no me importaba.
Ésta vez el camino fue más largo, no sabía donde me llevaba pero era un sitio que no estaba en el pueblo. No estaba preocupada, estaba ansiosa por conocer el lugar a donde me llevaba, y estaba segura de que me iba a encantar.
Se metió en Sitges el pueblo que hay antes de Ribes y subió por una calles que parecían una urbanización hasta un lugar que parecía un mirador. Efectivamente, era uno de los miradores de aquél pueblo.
Eran preciosas las vistas, se veía el mar, el pueblo costero de Sitges, la luna en toda su esplendor. Hoy había luna llena y era precioso ver como se reflejaba en el mar dándonos unas vistas preciosas.
Me bajé de la moto y me quité el casco y lo dejé en uno de los bancos que había en el mirador. Me apoyé en el muro mirando el mar y disfrutando de lo que tenía en frente, unas vistas preciosas porque hacía mucho tiempo que no veía el mar.
Me quedé absorbida con esa preciosa imagen.

***

Hugo puso su mano en mi cintura mientras se ponía a mi lado. Lo miré y me sorprendí al ver que estaba guapísimo bajo la luz de la luna, los ojos le brillaban muchísimo y él parecía un ángel.

- ¿Te gusta? -me preguntó con una sonrisa-
- Me encanta, es precioso... hacía mucho tiempo que no veía el mar, porque no nos movíamos mucho de Madrid porque mi madre trabajaba muchísimo y no teníamos mucho tiempo.
- Ya me imagino, y mientras cenaba estuve pensando donde te podía llevar, y no podía repetir lugar, así que aquí estamos. Éste también es uno de mis lugares favoritos, mi lugar favorito por las noches o para ver amanecer. Ven -me cogió de la mano y lo acompañé-

Se sentó en medio del mirador en el suelo y yo hice lo mismo que él, me inclinó hacía atrás tumbándose conmigo en el suelo. Yo solamente podía mirarlo a él.

- Mira todas las estrellas que hay y que bien se ven. -miramos los dos hacía el cielo, la verdad es que era espectacular.-
- Es espectacular.

Nos quedamos un rato en silencio mirando las estrellas, aunque de vez en cuando notaba como me miraba de reojo. La verdad es que sí quería conquistarme lo estaba haciendo perfecto. Y de pronto se me ocurrió una idea. Me incorporé y me levanté, él se sentó mirándome extrañado. Cogí de mi bolso el móvil y puse una canción.

- Te dije que era bailarina profesional, ¿te acuerdas?
- Sí, por supuesto.
- Bueno, pues me han dado ganas de bailar, ¿quieres que te enseñe cómo bailo?
- Me encantaría -se levantó y se sentó en uno de los bancos-

Le dediqué un baile de una canción muy bonita. Hacía tiempo que estaba practicando esa coreografía, y acabé la canción improvisando un final que acababa sentada encima suyo. Lo abracé, y cuando dejé de abrazarlo me miró a los ojos intensamente con una sonrisa en la cara.

- Ahora entiendo porqué eres una bailarina profesional, lo haces genial. Te gustará nuestro instituto porque hay una asignatura de comedia musical. Yo estoy apuntado, pero solo como bailarín, pero las chicas suelen bailar y cantar, aunque hay dos grupos... bueno, ya verás como están las cosas -se rió-
- ¡Eso no me lo habías dicho!
- Ya... no pensé por la tarde en eso -me dijo bajando los ojos y yo me reí-
- No te preocupes, entonces perfecto, tengo ganas de comenzar y conocerlos a todos.
- Tengo una idea, podemos volver al pueblo que están los chavales en el skate park o en el parque de los viejos que es el que está pasando la carretera de al lado del skate park, ¿qué te parece? Así empiezas a conocerlos y a saber quiénes son.
- Vale, me parece genial -le sonreí-
- Sí, a mi también pero que sepas que ningún chico va a regalarte estos momentos como yo lo hago ¿eh?
- ¿Qué tienes miedo de que conozca a otro chico?
- Bueno... algo así.

Me quedé mirándolo con una sonrisa y me acerqué a él y me senté a su lado. Le cogí la mano mientras lo miraba.

- No sé porqué te preocupas tanto si me acabas de conocer. Pero si te soy sincera nunca he conocido a nadie que me haya pasado lo mismo que me ha pasado contigo cuando te he visto esta tarde por primera vez...
- Y míranos, aquí estamos, como si nos conociéramos de hace tiempo, yo intentando que te enamores de mi  porque tú me has enamorado tan solo con verte. -me miró con una ternura increíble-
- Hugo... ¿porqué intentas una cosa que ya has conseguido? -me miró sorprendido pero con una alegría inmensa y me besó-

Podría haber estado toda la noche besándolo que jamás me cansaría. Es cierto que todo había ido muy rápido, que lo conocía de apenas, hace unas horas pero jamás me había pasado lo mismo con nadie. Quizás sí que existe el amor a primera vista, aunque yo no lo podía haber comprobado hasta que no me ocurrió eso con Hugo.
Decidí sacar la cámara del bolso y hacerme unas cuantas fotografías con Hugo, cuando acabamos de hacernos fotos nos fumamos un cigarro.

- Voy a llamar a unos amigos a ver si están aún por el pueblo o se han marchado para casa.
- Me parece bien -le sonreí mientras buscaba en el móvil a alguien-
- David, ¿estáis por el pueblo?... Vale, ¿dónde estáis?... De acuerdo, ahora me paso, ¿a qué hora os marcháis más o menos?... Ah vale, perfecto, en cinco minutos estoy allí, venga tío, ahora nos vemos. -colgó el teléfono y cogió el casco-
- Vamos amor, están en el parque de los viejos.
- Vale, vamos.

Nos pusimos el casco, nos subimos a la moto y volvimos al pueblo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario